Publicado por Etelvina Diversion , jueves, 10 de noviembre de 2011 9:04
Y por fin se descubrio la naturaleza del monstruo, se descubrio el motor que la movia a realizar los mas crueles actos: Debajo de cada una de sus escamas, era humana.
Era humana y le afectaba cada una de las palabras de su Anne Darrow bañada en testosterona. Lo queria, sin importar cuan fuerte rechinaran sus dientes ante tal noble sentimiento. Escondia, ahogaba, mutilaba cada "te quiero" que moria en su garganta junto a un puñado de vidrios rotos, cualquier excusa le era valida para contener la marea alta, para esconder su fragilidad extrema.
Era tan monstruo como cantidad de abrazos mataba.
Miró los imanes de la heladera. Los volvió a mirar. Saltó de la silla y los acomodó. Claro: tenían que estar bien prolijos, todo perfecto. Sonó la alarma del celular y apagó la hornalla donde estaba la pava. Suspiró, y preparó el té. El mundo se extendía detrás de la ventana, vertiginoso y lejano, tan humanamente ajeno. Tuvo un impulso y bajó las escaleras. Abrió la puerta de calle. Todavía no volvió.